Parroquia Nuestra Señora de Loreto
El templo de Nuestra Señora de Loreto de Duanes de la Mar constituye un complejo arquitectónico de gran interés que todo aquel que se acerca al mismo debe conocer para sacar provecho de esta visita. El templo es una obra singular que mereció un tratamiento especializado en diversas publicaciones de arquitectura, coetáneas con la inauguración del edificio (1967 y años siguientes). En 1969 mereció ser Premio nacional de arquitectura.
Está declarado monumento artístico cultural. La BB.CC. de Londres hablaba de las “invariantes religiosas comunes que se dan en la nueva catedral de Londres, la catedral de Brasilia y la iglesia de Jávea” con lo que le daba un auge internacional, al compararlo con los otros dos templos.
El viajero que se acerca para verlo, observarlo y conocerlo o sentir la presencia de Dios, se encuentra con un pequeño complejo de edificios. Atravesando la artística verja que encierra el entorno eclesial, el deambulatorio lo lleva hacia el interior. A la izquierda se levanta un edificio en cuya fachada aparece el rótulo “Parroquia del Mar” lo que da pie a algunos para que crean que eso es el templo, cuando en realidad es el anejo en el que se encuentran los despachos parroquiales y la casa abacial. Junto al mencionado letrero nos encontramos con una representación en la que se han usado materiales de deshecho marinero (cuerdas y redes) para representar al Crucificado, del que es autora la artista belga Bibiane Stilmant, y que realizó en el año 2003. Como veremos los elementos marineros se van repitiendo de una forma patente a lo largo del complejo eclesial.
A continuación de la casa abacial encontraremos un edificio adosado con un pequeño claustro, con arcos imitando el gótico, si bien estructurados a modo de los riu-raus tan típicos del entorno. Allí se encuentran los diferentes recintos donde se proporcionan las catequesis a los que lo necesitan. Si seguimos andando podremos ver distintas lápidas que nos van recordando diferentes efemérides de la historia de este rincón marinero. Una que se colocó en el 25 aniversario de la creación de la parroquia. Otra en bus que alude a la traslación de la casa de Nazaret a Loreto. Una tercera lápida conmemora el 75 aniversario de la fundación del coro parroquial y una última en mármol rosado recuerda en 1971 el 75 aniversario de las fiestas patronales que los pescadores sitúan en 1896.
Otra pequeña placa recuerda al equipo de arquitectos que construyó el complejo parroquial dirigidos por Fernando García Ordoñez.
En el paseo por el deambulatorio hasta llegar a la entrada, el visitante se ve empequeñecido ante la elevación de las columnas que sostienen el techo, las palmeras, y las paredes de la misma iglesia. Es la manifestación de la pequeñez del hombre ante Dios. Esta misma sensación de pequeñez se aprecia, ahora como opresión, al llegar a lo que el arquitecto denominó “nartex” con una techumbre baja.
Tras estas primeras impresiones de pequeñez y de presión, se entra en la iglesia y el espíritu se expande, se siente la liberación y los pulmones se ensanchan. Ahora podemos mirar a lo alto y dejar el desasosiego atrás. Estamos en otro ámbito.
¿Qué es lo que está viendo y viviendo? En palabras del arquitecto: “…el efecto lumínico es el más inmaterial que se puede manejar, y supuse que una inmersión lumínica controlada en un ambiente físico sin más fijación que el arca de la eucaristía, podría suscitar una sensación lejanamente análoga a la experimentada por Pedro en el Monte Tabor”. Así pues todo estaba ordenado a la creación de un ambiente interior (luminosidad para crear la sensación de “bien estar”) y su contrapartida externa (la fortaleza de los soportes externos, simboliza el esfuerzo del hombre para acercarse a Dios).
De un informe de Bellas Artes entresacamos algunos párrafos que nos ayudan a mejor comprender este edificio singular que se puede identificar como un portaaviones fondeado entre un apretado grupo de barcas y barquitas. El contraste formal es muy fuerte. La pátina del tiempo va haciendo posible la convivencia, cómoda y amical, entre dos arquitecturas tan dispares: la iglesia y las casas que la rodean.
Los aspectos más singulares de esta construcción los presenta el citado informe en estos puntos:
Destaca la definida intención de evitar que el acceso al templo resulte turbado por el tumulto ruidoso de una estrecha callejuela. Este objetivo se logra mediante una pequeña lonja de frenado y aun se sobrepotencia con el recurso del primitivo “nartex”, ante-sala del espacio propiamente sagrado.
El “nartex” tiene una intención psicológica al estar concebido como un espacio de reducida altura. Primero se comprime al fiel que accede desde el exterior; luego, traspasado el umbral del recinto se le expande, provocando en su espíritu una especie de “respiración profunda”.
La luz es “prima dona” del espacio sagrado; ejerce su protagonismo conducida por un sofisticado sistema constructivo basado en la inclinación cambiante del muro; hacia atrás, en el área destinada a los fieles, se puede observar una inclinación bastante menor. La luz se toma de la bóveda celeste, por medio de grandes bocas situadas en el borde superior del cierre perimetral, del espacio religioso y resbala por las paredes inclinadas, reverberando sobre el triturado de cuarzo blanco que las recubre. El cambiante efluvio luminoso presta especial relevancia a dos elementos singulares: el Sagrario —diseñado por el mismo arquitecto— y la cruz, flotando en el espacio, labrada en madera por el escultor Esteve Edo.
Los redactores del informe concluyen en que estamos ante complejas soluciones constructivas. Los doce pilares esculturales —apóstoles para unos, y angelotes alados, según otros— son ideados con la finalidad de responder, diferenciadamente, a una doble necesidad constructiva: soporte de muro de cierre inclinado, y soporte de la estructura metálica del techo. Igual sucede con la planta del templo (sección de huevo). El arquitecto atribuye su forma al deseado propósito de crear un espacio suave, sin esquinas, sin contrastes de luz sobre grandes superficies planas, todo ello, a fin de inducir efectos de iluminación difusa.
Es conveniente en esta visita apreciar algunos detalles que pueden pasar inadvertidos y que tienen su significación. En el deambulatorio encontramos la pila bautismal que construyó Vicente Bisquert y al entrar en la ante-sala del templo encontraremos la sacristía y los confesionarios. En ese recinto se ubica el Cristo del Mar al que los marineros manifiestan su intensa devoción. Junto a la entrada de la sacristía, y adosada a la pared una arqueta que contienen los restos de la penitente Sor Catalina Bas “La Basota” y en la que unos altorrelieves, obra de afamado pintor Soler Blasco, describen algunas escenas de la ermitaña que vivió en las estribaciones del Cabo hacia 1376 consiguiendo licencia para fundar la capilla a San Antón sobre este cabo que con el tiempo se llamaría de San Antonio.
Dentro del templo la mirada queda fija en el enorme Cristo que pende del techo y obra del escultor Esteve Edo. La expresión de las manos clavadas sobre la madera, con el dedo pulgar hacia abajo, quieren mostrar el abrazo del Crucificado a toda la humanidad. La iluminación y el juego de luces y sombras acercan al hombre a Dios. A pie del altar, a la izquierda, encontraremos una imagen de la Inmaculada. Es la obra escultórica más antigua de la parroquia y fue donación de la familia Cruañes, A la derecha la imagen de la patrona titular, obra de Juan Bautista Sapena Devesa, el santero, realizada en 1944. Las paredes desnudas de ornamentación incitan a interiorizar la espiritualidad sin elementos distractores.
En la parte exterior de la iglesia nos encontramos el campanario, diseñado por el primer párroco, D. Juan Celda. Podría representar la bíblica escala de Jacob. Está coronado por siete campanas que en ciertos momentos del calendario litúrgico son capaces de reproducir algunas melodías como el “Ave María”, “Adeste Fidelis”…
Todo el complejo se ha rodeado de un cerramiento con elementos que recuerdan el mundo pesquero con esa multitud de peces que parecen nadar a través de la verja y los palmitos o “margallons” que se muestran en las puertas y nos trasladan a les Planes, donde de ese arbusto se obtenía la palma, que de tantas penurias sacó a las familias de nuestro pueblo cuando se enfrascaban en la producción de sombreros y de capazos al trabajar la pleita o la lata. El cerramiento es obra del escultor local del hierro Antonio Marí y se ha realizado en el 2007.
Ahora que ya conoces el templo bendecido e inaugurado en 1967, podemos asomarnos a la historia para conocer su gestación en Duanes de la Mar. Esto lo haremos con mucha brevedad, señalando algunos hitos del pasado:
El 26 de agosto de 1877 se bendijo el santuario erigido por los marineros a Ntra. Sra. de Loreto en la barriada de Triana.
El 24 de julio de 1908 tuvo lugar la bendición de la nueva iglesia construida a expensas de D* Pepita Mas Escoto y puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario.
El 14 de febrero de 1954 se crea la parroquia de Duanes de la Mar.
El 3 de junio de 1967 se bendice el nuevo templo puesto bajo la advocación de Nuestra Señora de Loreto. Es éste en el que te encuentras ahora y que estás visitando.